Navidad es en todas la latitudes, una celebración única e irrepetible.
Cada país de origen cristiano se prepara para estas fechas de un modo distinto a los otros. Existen ritos, canciones y melodías, ornamentos y costumbres muy dispares entre todos.
En este sentido, Cataluña posee dos elementos navideños únicos e irrepetibles: El Caganer y el Tió de Nadal (Tió de Navidad).
La escenificación del nacimiento del niño Jesús, su representación mediante figuritas de terracota es una práctica muy arraigada a las tradiciones navideñas de Cataluña. Tanto es así, que cuenta con un personaje propio: El Caganer.
Se trata de un personaje desinhibido, sin menor pudor que ir de vientre al aire libre ocultado entre los arbustos mientras sujeta su pipa con los labios.
La inclusión de este individuo en los belenes catalanes se ha justificado a menudo como un elemento humanizador de la fábula y el misterio de la Navidad. Así como también se le ha considerado la forma artística de la prosperidad, representando el abono de la tierra y la fertilidad para los años venideros.
A pesar de que originalmente vestía pantalones oscuros, camisa blanca, una faja roja y la simbólica barretina catalana, en tiempos críticos como en la postguerra esta típica indumentaria se sustituyó por un gorro de paja.
Es evidente que desde sus orígenes allá en los s. XVII y XVIII hasta la actualidad este espontáneo personaje ha sufrido algunas modernizaciones pues nos llega desde el Barroco y su realismo exagerado. Sin embargo, es ahora cuando la figura de El Caganer se ha popularizado de tal modo que es habitual encontrar a altos cargos políticos y religiosos, artistas y deportistas inmortalizados en esta posición tan indecorosa adornando los belenes de las casas catalanas.